Por fin hemos podido descansar las horas suficientes, y eso a la hora de conducir, se nota. Una buena ducha y una buena cama arreglan al más pintado.
Entre el descanso reparador y el buen consejo que nos dio el día anterior nuestro guía del “Whale Safari” para que cambiáramos la ruta prevista y nos fuéramos por la ruta de la costa, esta mañana estamos disfrutando más de lo esperado. Rodamos apenas sin tráfico y con la climatología de nuestra parte.

!No se acaban los fiordos! Por más kilómetros que hacemos, siempre aparecen tras cualquier curva, túnel, etc. Y lo curioso es que siempre está el agua en calma. Nos preguntamos si siempre es así. Pensamos que quizá la protección del propio fiordo frente al mar abierto, hace que los temporales no lleguen hasta aquí.
Los navegantes a motor lo deben agradecen porque se les ve avanzar a gran velocidad sin apenas dar “pantocazos”. ¿Les gustará a los navegantes a vela? Tal vez si, puesto que el mar sigue en calma pero sopla viento suficiente para ellos.

Llegamos a “La Hora-H” en la que nuestros estómagos nos piden “árnica” y por suerte, nuestra despensa nos sigue obsequiando con productos de la tierra , pero no de esta, sino de la nuestra, jeje… Una vez más, tenemos dónde montar nuestra mesa con las mejores vistas, eso si, hoy a esta hora hace un frio que pela, apenas tenemos 7º de confortable “fresquito”.
Continuamos la marcha hacia Sortland para cruzar el espectacular puente que atraviesa el Mar de Noruega. Una fabulosa e impresionante infraestructura de nada más y nada menos que 1 kilómetro de longitud. Aunque nuestra ruta no contemplaba atravesarlo, decidimos cruzarlo en ambos sentidos y pudimos sentir la fuerza del viento cuando estás en la parte central. Hay que “agarrarse” bien si no quieres volar. Es interesante observar, que estas infraestructuras están pensadas para que los grandes cruceros puedan pasar a través de ellos. De ahí la gran altura de sus pilares.

¡¡¡A ver que pasa con los renos!!!

No paramos de ver señales de advertencia pero lo cierto es que no aparecen por ningún lado. Aún no dan señales de vida y tenemos muchas ganas de ver cómo son. Bueno… ya aparecerán, o … ¿será un cuento chino? Como dice Sergio Morchón, quizá sea solo un truco de marketing de los Escandinavos para atraer el turismo…

¡Increíble! Solo son las 17:30 y ya estamos instalados en Harstad.
Nos preguntamos qué hacer “tan pronto” y con solo mirarnos supimos hacian dónde dirigirnos. A nuestra llegada a la ciudad, habíamos visto una estación de servicio con cabinas de agua a presión, las cuales no abundan aquí en Noruega y, mirando cómo están las motos… ¡vamos a ver si les sacamos su color original”, jeje… ¡Una de limpieza!
“…Qué bonitas se ven otra vez. No podíamos subir a Cabo Norte con estas pintas…”

 De vuelta al hotel, el recepcionista nos recomienda un restaurante para ir a cenar. Nos dirigimos al él y resultó que su especialidad eran las “Tapas Españolas”. Por lo visto en Noruega, están muy de moda según nos comentó la camarera. Nosotros nos inclinamos por degustar la cocina local.

Tras la cena, un breve paseo de “despedida y cierre” porque, para variar, mañana toca madrugar, esta vez para embarcar. Menos mal que el puerto está muy cerca del hotel.

“…Au idà, bona nit Mario…”
“…Ale pues, buenas noches Pere…”

mapa de la ruta