Nos pusimos en la tarea de hacer una maratoniana ruta por la zona del alto Tajo, digo maratoniana porque guardamos para el final un punto de los que yo digo a mí querido amigo Mario “un hueso” (siempre le digo que en Guadalajara hay zonas “de magra” y otras “de hueso”, sobre todo por los accesos a dichas zonas).

Rumbo al Alto Tajo, empezamos por Villanueva de Alcorón. Aquí ya empieza el paisaje a convertirse en ése maravilloso espectáculo de nuestra provincia. Armallones después, y a continuación Peñalén, que viniendo por esta carretera parece sacado de una postal.

Quiero hacer un comentario para mí muy importante: después de haber pasado por ésta zona en múltiples ocasiones, quiero significar que en función de la dirección que se lleve, el paisaje cambia profundamente, es decir, si se hace en un sentido ves un paisaje totalmente distinto al que ves al hacerlo en el otro sentido. Sinceramente es increíble. Siempre desde la más absoluta belleza.

Después de lo dicho, pasamos a Poveda de la Sierra, no quiero seguir incidiendo en lo bonito de ésta zona, porque no encontraría calificativos para poder describir todos estos pueblos, Taravilla, Baños de Tajo, Terzaga, y por fin, otro de ésos paraísos: Peralejos de las Truchas… increíble.

Siempre rodeados de tanta belleza, pasamos por Pinilla de Molina, Megina, y llegamos a un sitio muy particular: Chequilla. Es increíble ver el paso del tiempo reflejado tan firmemente en sus piedras, todo un espectáculo.

Checa, donde hicimos alto en el camino para reponer fuerzas, y después Orea, también de inigualable belleza.

Y para rematar el día, “el hueso”: Villanueva de las tres Fuentes. Un poblado ya totalmente abandonado pero que vale la pena conocer, sobre todo por lo que te encuentras de camino, eso sí, avisar que gran parte del camino es sin asfalto, se sufre un poco, pero vale la pena.

a casa, que hoy ya está bien, de verdad que un día para guardar en tu retina.